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TIC y tecnología humana
Los docentes debemos prepararnos para aprovechar las nuevas condiciones que brindan las tecnologías para el aprendizaje.
Las tecnologías han servido para hacerle un poco más fácil la vida a los seres humanos, pero también han traído, justo es decirlo, sudor y lágrimas. Todo depende del uso que se le dé. La tecnología aplicada al servicio de la guerra, el peor de los inventos del ser humano, fue el detonante para causar millones de muertes en conflictos armados a lo largo y ancho del mundo.
El arco, la flecha, la lanza y la espada pasaron a ser juguetes infantiles al lado de los explosivos, los ataques aéreos, las bombas atómicas y los misiles. Y eso sin contar la pesadilla de acostarnos cada noche con el temor de que mañana se desate una nueva conflagración, que al decir de todos, sería la última por el poder letal de las armas con las que hoy cuentan las principales potencias militares.
Pero, alto ahí. No podemos seguir profundizando en la visión apocalíptica de la tecnología cuando lo cierto del caso es que ésta ha contribuido a mejorar la calidad de vida de las personas por medio del avance en las ciencias de la salud y las telecomunicaciones.
La educación ha sido otro de los escenarios impactados favorablemente por el desarrollo de las Tecnologías y de algunos componentes asociados como las redes sociales tan usadas hoy en día. Los expertos recomiendan, eso sí, la utilización de redes temáticas que de manera sencilla pongan a nuestra disposición los mismos recursos de las poderosas redes sociales dedicadas al ocio, pero en este caso centradas en la construcción de conocimientos científicos.
Estas redes junto con todo el esfuerzo realizado por la educación, a través de sus actores, conduce a la búsqueda de la prosperidad. Valga la pena anotar que la prosperidad de las sociedades con mayor calidad de vida en el mundo se basa en el conocimiento de sus habitantes.
Lo anterior seguramente llevará a tomar medidas relacionadas con los nuevos aires que se respiran en el mundo y la nueva visión que se tiene respecto a la forma en que debe cumplirse la función educativa.
En ese sentido el Informe Horizon 2016 K12 plantea que “El aprendizaje excesivamente reglamentado de las escuelas tradicionales está siendo eclipsado por el reconocimiento de que la educación formal debe reflejar la forma en que las personas aprenden y trabajan en el siglo XXI”.
Lo anterior nos permite concluir que la educación acogerá finalmente la tesis de que la forma en que aprenden los estudiantes debe ser tenida muy en cuenta, casi tanto o tal vez más que la forma en que se enseña.
Los docentes debemos prepararnos para vivir ese nuevo escenario que ya se asoma en el panorama de la escuela como la punta del iceberg en medio del océano. Habrá nuevas exigencias para quienes deseen seguir ejerciendo bien la profesión en la que se han movido por años.
Además de las competencias en tecnologías, las cuales hemos ido adquiriendo por placer o por deber, deberemos entender que habrá unas nuevas exigencias, no solo técnicas y pedagógicas, sino morales, humanas y de liderazgo.
Pero además, deberemos desarrollar competencias sicológicas que nos permitan conocer aún mejor a los estudiantes, sus motivaciones, sus estilos y sus ritmos de aprendizaje, para superar el error que por años se ha cometido al considerar que la escuela es una fábrica de los tiempos de la Revolución Industrial en las que el propósito era elaborar cientos o miles de productos de idénticas características en el menor tiempo posible.
Hoy en día el maestro (maestro, qué linda palabra) deberá conocer la tecnología más avanzada pero también las más humanas de las condiciones como ser buena persona, y conocer a los estudiantes a los cuales se debe desde el principio hasta el final.
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