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Volver a enseñar historia de Colombia: ¿Una buena idea?
Los estudiantes poco consiguen saber de historia y de geografía y lo que aprenden sobre ciencias sociales es imprevisible.
Recientemente fue aprobada una ley que trata de recuperar la enseñanza de la historia en la educación secundaria. Otra buena idea la había sacado de las aulas: la enseñanza de la materia llamada “ciencias sociales”. Una visión integral e interdisciplinaria de las ciencias sociales, no tendría que ser mal vista.
No obstante, muchas veces las buenas ideas pueden conducir al infierno. Sin una excelente preparación de l@s maestr@s, sin textos de base bien elaborados, así como apoyos de material didáctico y re-entrenamiento de los profesores, fácilmente pueden conducir a que sigan enseñando lo que saben, resultando en una improvisación sobre lo que deben enseñar.
El resultado es que los estudiantes poco consiguen saber de historia y de geografía. Y lo que aprenden sobre ciencias sociales es imprevisible. Particularmente, poco podemos saber sobre lo que conocen sobre la historia de nuestro propio país.
Con posterioridad a la Constitución de 1991, desde 1994 se había hecho el cambio enviando a la sombra la enseñanza de la historia, particularmente la del país. No era tan mala esa idea, si pensamos que la historia que se enseñaba, en muchas ocasiones, era la que se había inspirado en la Constitución de 1886.
La “historia patria” que muchos aprendimos en la escuela, de Gerardo Arrubla y Jesús Henao, emblemático producto de la Regeneración de 1886 y que se basa en una periodización de la historia en Descubrimiento y Conquista, Colonia y República, era lo que aprendíamos entre nombres de batallas, generales, presidentes, y obras públicas; y fechas, muchas fechas.
Allí se producía un reconocimiento de la importancia de la Colonia, del papel civilizador de la Iglesia y del idioma de los españoles, en fin, la agenda cultural de los conservadores. Despreciadas las lenguas nativas, era una historia sin despojo de sus pobladores originales y veía la esclavitud como un asunto sepultado y superado: sin inequidades y sin discriminaciones.
Esta historia “patria” es parte del proyecto de derecha que se ha re-encauchado recientemente con el ex procurador confesional de la primera década del siglo XXI, Alejandro Ordóñez, para no mencionar lo avanzado por el líder de la “seguridad democrática”, Álvaro Uribe.
Es cierto que esa historia patria fue cualificada por diestros historiadores, pero fue impartida a nivel universitario y no en la escuela, por lo que las revisiones “liberales” hicieron el esfuerzo de contar una historia menos elitista que la anterior versión, con nuevos actores como las masas y la plebe, así como otras explicaciones más económicas y sociales entre las cuales vale la pena rescatar a Germán Arciniegas (1972) y a Indalecio Liévano Aguirre (1966), entre otros.
El barranquillero Luis Eduardo Nieto Arteta con su Economía y Cultura en la Historia de Colombia sería la versión colombiana que conecta más claramente la historia económica con sus aspectos socio-culturales. Esta versión se entroncará, décadas después, con autores con perspectivas metodológicas y analíticas marxistas en la Nueva Historia de Colombia.
Entre esos aportes se viene a la mente A. Tirado Mejía, Jorge Orlando Melo, Salomón Kalmanivitz o Marco Palacios y otros autores con énfasis en el sustrato de procesos económicos y sociales que subyacían a gloriosos e inmarcesibles acontecimientos. No obstante, la versión más difundida en la escuela seguía siendo la historia “patria”, por lo que enseñar ciencias sociales, en una comprensión más amplia, no era tan mala idea.
Una razón adicional tenía bloqueado el estudio de la historia como una materia en la escuela: el conflicto armado colombiano. Parecería más importante hablar de esos temas vaciándolos de comprensión histórica, achacando todos los problemas del país al narcotráfico y a la guerrilla.
Por ejemplo, se podía olvidar que las explicaciones sobre el conflicto actual de fin del siglo XX que se prolongaría hasta nuestros días, tenían raíces en los acontecimientos relacionados con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Los procesos de paz abren nuevamente la puerta a pensar de otras maneras.
Sin descuidar el contexto histórico del conflicto armado, uno de los temas que los historiadores no trataron, ni en la historia patria, ni en Nueva Historia, fue una visión que diera importancia a los temas ambientales. De hecho, historia y geografía eran dos mundos diferentes, pero ambos, sufrieron el fuego amigo de la idea de sustituirlos por la materia de “ciencias sociales”.
Como resultado de la crisis ambiental y concluido el proceso de paz, los colegios de podrían sintonizarse con estas problemáticas, por lo que se abre la opción que pocos historiadores colombianos vieron venir. De hecho, casi ninguno: la historia ambiental, un campo que los niños y jóvenes podrían estar ávidos de conocer. Déjenme darles algunos ejemplos de historia que debe ser leída como historia ambiental.
Varios libros han sido publicados recientemente en esta dirección. Por ejemplo, cuando tomamos historia ambiental de Colombia, particularmente desde mitad del siglo XIX hasta 1930, se la puede leer como cambio “ambiental”. Por ejemplo, ambiental es la concepción peyorativa sobre este país “tropical”, prejuicio montado con argumentos racistas y euro-centristas acentuado en el siglo XIX.
Otro ejemplo: la transformación del estatus legal de la población afro-colombiana que considerada como “animal” o, ganado, -sin derechos-, a ser un sujeto de derechos debido a la abolición de la esclavitud en 1851. Alguien podría decir: una transición de “naturaleza” a humanidad. Ambiental es la transformación de la lógica profunda de circulación de la propiedad de la tierra, mercantilizándola y convirtiéndola en un derecho absoluto del propietario privado, disolviendo resguardos y expropiando a la Iglesia, re-organizando, de este modo, un elemento clave de la apropiación de la naturaleza.
Ambiental es uno de los resultados de la Comisión Corográfica, liderada por Agustín Codazzi, quien sentó las bases de la construcción imaginaria de buena parte del territorio del país como tierras baldías, sentando las guías para la apropiación privada de las fronteras interiores. Ambiental es la reorganización territorial del país encabalgada sobre las exportaciones de productos tropicales, impulsando al río Magdalena como eje de conexión del país con el exterior.
Ambiental es la introducción de alambre de púas, primero en la costa Caribe, ya que implicó una reorganización fundamental del manejo del ganado en extensas planicies. Ambiental es la transformación del bosque andino en paisaje cafetero. Ambiental es la simplificación de este país como la Nación de Juan Valdés, un territorio montañoso, localizado entre los 1000 y 2000 metros donde el café se produce con la mejor calidad.
Ambiental es convertir en nacional la palma de cera, una palma precisamente de las cordilleras andinas, dejando por fuera el trópico bajo y húmedo. En fin, todos estos ejemplos, hacen parte de un período de importantes transformaciones ambientales. Y es otra forma de narrar la historia de Colombia. Los invitamos a leer este libro, para poder enseñar a los estudiantes a comprender este país, como historia ambiental.
Para amarrar: entonces la historia del conflicto armado y social en Colombia, también debe ser contada como las formas como l@s colombian@s vivimos, imaginamos y co-producimos la red de la vida que nos sostiene y alienta; la materia vibrante de exploradores y desbravadores de selvas y bogas expertos en ríos ecuatoriales; energía condensada como petróleo y piedras antediluvianas asociadas a petroleros y mineros; peces y pescadores artesanales; ciudades colgadas de cordilleras y paperos y cebolleros insertados en páramos; caballos y llaneros, garzas y chigüiros atados a unas ideas de horizonte ilimitado y libertad; mares, navegantes, comerciantes y esclavistas; mulas expertas en vertientes con arrieros arriesgados; palmas de cera, de asaí y cananguchos, que nos rodean y acompañan en una zona privilegiada de convergencia intertropical. Se trata de los cambios territoriales que se desplegaron sobre Colombia, de los que co-produjeron Colombia, proceso con conflictos, que deben ser vistos no sólo como entre grupos sociales, sino disputas inmersas en la trama de la vida, una polifonía de simbiosis y antagonismos de biodiversidad y culturas.
Lea el contenido original en la página web de la Editorial Magisterio.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.- 500 lecturas