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Medición de los aspectos emocionales de los niños I
Por cada 1.000 minutos acumulados de buen comportamiento, los niños se ganan 15 minutos adicionales de recreo.
Los alumnos de quinto año en el salón de la maestra Jade Cooney compiten con un reloj de cocina durante las clases para ver por cuánto tiempo pueden mantener un buen comportamiento, levantando la mano, discrepando respetuosamente o mirándose a los ojos, sin perder tiempo en insultos o conversaciones paralelas.
Como recompensa por minutos sin portarse mal, reciben premios como 20 segundos para poner los pies sobre el escritorio o jugar. Además, a partir de este año, esta escuela y las escuelas de otros 8 distritos escolares de California harán pruebas a los estudiantes para determinar qué tan bien han aprendido las habilidades como el autocontrol y la diligencia que se logran a través de los juegos —que uno debería haber aprendido en kínder pero sigue tratando de dominar leyendo libros de autoayuda en la edad madura.
Una actualización reciente de la Ley Federal de Educación exige a los estados incluir al menos una medición no académica al evaluar el desempeño escolar. Así que otros estados ven estos distritos como un modelo potencial. Pero la carrera hacia la realización de pruebas de las presuntas habilidades socioemocionales ha causado alarma aun entre los mayores proponentes de enseñar dichas habilidades, que afirman que las definiciones no son claras y las pruebas, defectuosas.
“Creo que no deberíamos estar haciendo esto; es una mala idea", dice Angela Duckworth, que es becaria MacArthur y es la persona que más ha hecho por popularizar el aprendizaje socioemocional, logrando que el 'temple', el título de su libro que se publicará en mayo , se haya vuelto la palabra de moda en las escuelas.
Ella renunció a la junta directiva del grupo que supervisa el proyecto de California, diciendo que no podía apoyar el uso de las pruebas para evaluar el desempeño escolar. Durante la primavera del año pasado, ella y un colega, después de asistir a una reunión en la Casa Blanca sobre la medición de habilidades socioemocionales escribió un documento advirtiendo que no había formas confiables de hacerlo. "Todas las mediciones están mal, cada una a su propia manera", dice.
Y hay poca concordancia sobre cuáles son las habilidades que importan: ¿Autocontrol? ¿Empatía? ¿Constancia? ¿Alegría?
“Hay tantas formas de hacerlo mal,” dice Camille A. Farrington, una investigadora de la Universidad de Chicago que trabaja con una red de escuelas en todo Estados Unidos en la medición del desarrollo de habilidades socioemocionales. "En la educación tenemos un gran historial de encontrar la forma equivocada de hacer las cosas".
Las escuelas empezaron a darle énfasis a la educación socioemocional en el 2011, después de que un análisis de 213 programas escolares que enseñaban tales habilidades encontró que mejoraron el logro académico en 11 puntos percentiles. El año siguiente apareció un libro de Paul Tough titulado How Children Succeed [Cómo triunfan los niños], que alaba los esfuerzos por enseñar habilidades socioemocionales en escuelas tales como la red de escuelas por concesión KIPP y la escuela Riverdale Country en la ciudad de Nueva York.
Todavía hay una furiosa discusión sobre si las escuelas pueden o no o deberían o no hacer énfasis en dichas habilidades. Los críticos dicen que el riesgo de la estrategia es que se culpe a la víctima — si los estudiantes tuvieran más resiliencia, podrían superar la pobreza que viene de generaciones y las escuelas abandonadas — y excusa la enseñanza poco inspirada al decirles a los estudiantes que depende de ellos desarrollar el 'gusto' o entusiasmo. Ahora, los grupos que se pasaron décadas urgiendo que el país tuviera estándares académicos más altos se preocupan por el regreso a las palabras vacías de la autoestima, aceptando un bajo nivel de logro siempre y cuando los estudiantes se sientan bien.
Pero a menudo, la enseñanza de las habilidades socioemocionales es vista como una manera de alejarse de ese foco estrecho en los resultados de las pruebas y en cambio, tener en cuenta al niño como un todo. Puede sonar contradictorio, entonces, hacer pruebas para medir dichas habilidades. En educación, sin embargo, el adagio es "lo que se mide, se atesora"; los estados les dan fondos a las escuelas para enseñar las materias sobre las cuales serán juzgadas.
El año entrante, la Evaluación Nacional del Progreso Educativo, una prueba para estudiantes de grados 4, 8 y 12 que a menudo es llamada la libreta de calificaciones de la nación, incluirá preguntas sobre las habilidades socioemocionales de los estudiantes. PISA, una prueba internacional muy conocida, también se está moviendo en la misma dirección.
La principal preocupación sobre las pruebas para medir las habilidades socioemocionales es que usualmente se basan en encuestas que les piden a los estudiantes evaluar sus comportamientos o actitudes recientes, por ejemplo, por cuántos días recordaron sus tareas o si se consideran buenos trabajadores. Lo anterior hace que las pruebas sean altamente susceptibles a la falsificación y la subjetividad. En el documento que publicaron en mayo, la dra. Duckworth y David Yaeger argumentaron que aun si los estudiantes no falsean sus respuestas, las pruebas ofrecen incentivos para la 'repetición superficial' en lugar de cambios reales de actitud.
“¿Creen que es fácil hacer trampa con los resultados de las pruebas?”, dice Martin West, quien es profesor de la Escuela de Posgrados en Educación de Harvard y trabaja con los distritos escolares en California. "Hacer trampa es relativamente difícil si se compara con una autoencuesta".
A los estudiantes se les podrían pruebas de desempeño, como en la 'prueba del malvavisco', en la cual a los niños se les dijo que podrían tener una recompensa más dulce si esperaban. Los que esperaron obtuvieron más puntos en el área de autocontrol. Pero las pruebas toman demasiado tiempo como para que se puedan usar en un grupo grande de estudiantes.
Otros investigadores han propuesto llamar a los estudiantes o enviarles mensajes de texto a intervalos establecidos para verificar su comportamiento y estado de ánimo, o monitorear Facebook o Twitter para observar patrones de comportamiento. Pero las preocupaciones de seguridad seguramente descalificarían estas alternativas.
Transforming Education, un grupo situado en Boston que está entre los principales proponentes de la enseñanza de habilidades socioemocionales, argumenta que son tan importantes que las escuelas tienen que empezar a hacer pruebas, aún cuando no existen mediciones perfectas.
El grupo trabajó con distritos escolares de California — que tienen un millón de estudiantes, un 20% del total del estado, en ciudades como Los Ángeles y Oakland — en la selección de cuatro mediciones para evaluar la mentalidad de desarrollo, la conciencia social, la autoeficacia y la autogestión.
Los distritos practicaron pruebas a 10.000 estudiantes en 2014 y a casi 500.000 el año pasado, averiguando cosas como cuántos días los estudiantes habían venido a la escuela preparados (autogestión) y si creían que era más importante tener talento que trabajar duro (mentalidad de desarrollo).
Apenas hace 2 años, en su salón de clase en un tráiler en la escuela de primaria Visitación Valley, la sra. Cooney afrontó los problemas de gestión que a menudo afrontan los maestros jóvenes.
Los estudiantes de la sra. Cooney, en su mayoría pobres y residentes en un proyecto de vivienda cercano, corrían por el salón, jugando con sus teléfonos en lugar de poner atención, resolviendo peleas interfamiliares. Así quisieran aprender, no lo estaban haciendo.
La sra. Cooney, de 27 años, asistió a una sesión de capacitación de 2 horas en un programa de comportamiento estudiantil y puso en marcha ''juegos de buen comportamiento'. Parecen clases comunes y corrientes, excepto que al comienzo, los estudiantes definen metas de buen comportamiento y al final, evalúan qué salió bien y qué salió mal.
Un día reciente, mientras los estudiantes hacían apuntes de sus lecturas, la sra. Cooney se movía con una energía tipo Zen por el salón de clase, calificando trabajos y dando asesoría uno a uno mientras estaba pendiente de cosas por las cuales podría felicitar a los alumnos más adelante - mantenerse quietos, enfocarse en la tarea - y discretamente tomaba nota del mal comportamiento.
Por cada 1.000 minutos acumulados de buen comportamiento, los niños se ganan 15 minutos adicionales de recreo.
"En realidad, estoy ahorrando minutos que se perderían en transiciones, resolución de conflictos y problemas de comportamiento", dice la sra. Cooney. Puede ser agotador, pero no tanto como lo era antes el enseñar. Ella pregunta "¿Preferiría apagar incendios o prevenirlos?".
El aprendizaje socioemocional representará el 8% del resultado general de desempeño de una escuela; ningún maestro perderá el empleo por no inculcar una mentalidad de desarrollo.
Noah Bookman, director de rendición de cuenta de los distritos escolares, dice que entiende las preocupaciones suscitadas por las pruebas. Pero dice que "este trabajo es increíblemente importante para el éxito de nuestros niños en la escuela y la vida. De alguna manera, nos preocupamos tanto o más por la posibilidad de que estos indicadores permanezcan en segundo plano".
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