Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.
Si las instituciones se convierten en espacios de cooperación, de democratización de las relaciones, será posible que emerjan sentimientos altruistas y de responsabilidad social.
La pedagogía debe ser cómplice del recuerdo, trabajar sobre los recuerdos y buscar en ellos sus principios fundamentales para poner el acento de la formación humana en la capacidad para aprender de la historia a través de los relatos y narraciones de quienes fueron sus protagonistas.