Si las instituciones se convierten en espacios de cooperación, de democratización de las relaciones, será posible que emerjan sentimientos altruistas y de responsabilidad social.
La pedagogía debe ser cómplice del recuerdo, trabajar sobre los recuerdos y buscar en ellos sus principios fundamentales para poner el acento de la formación humana en la capacidad para aprender de la historia a través de los relatos y narraciones de quienes fueron sus protagonistas.