Usted está aquí
La necesidad de formar el pensamiento crítico: a propósito del debate del plebiscito
Lo que develó la discusión por el sí o por el no en el plebiscito, fue una muy pobre por no decir inexistente formación de la cultura política y de una conciencia histórica básica.
Es muy difícil encontrar un proyecto educativo de cualquier nivel de formación básica, medial, universitaria o posgradual que no enuncie que apunta a la formación del pensamiento crítico, este generalmente es tendido como la capacidad para pensar y actuar en el entorno. El debate que acabamos de vivir alrededor del plebiscito para refrendar los acuerdos entre Gobierno y la guerrilla de la FARC, evidenciaron que estamos muy lejos de formar pensamiento crítico en una gran cantidad de población que pasa por los establecimientos educativos del país.
Las acaloradas discusiones que presenciamos entre familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y hasta parejas, caracterizadas por el apasionamiento y la carencia de argumentos informados, en las que no pocas veces el ganador parecía ser el que más gritara, más molesto terminaba, o el que hablara más duro, evidenció nuestra dificultad para ser tolerantes, para disentir y consensar dialogando.
Debemos analizar hasta qué punto tanto el colegio como la universidad están restringiendo su acción a feriar títulos, entregar diplomas y graduar estudiantes sin que el paso por las aulas genere transformaciones en sus estructuras de pensamiento e interpretaciones más complejas y menos básicas de la realidad que vivimos. Fue muy decepcionante escuchar a la gente debatir sin la construcción de argumentos medianamente reflexionados y formados; el referente para argumentar por el sí o por el no, eran memes, la repetición de las opiniones de los políticos, las noticias fugases y sin contextualización de los medios de comunicación.
En este contexto los planteamientos de Miriam Kriger (2011), cobran vigencia, la formación del pensamiento crítico, requiere de un sujeto con conciencia histórica, para esta autora, solo hay práctica política cuando el sujeto que interpela está consciente de su actividad transformadora del orden establecido. La escuela en todos sus niveles de formación está en mora de promover los conocimientos y habilidades que potencien dicha conciencia histórica; coincidimos con Kriger en que la comprensión histórica tiene mucho que ver con el desarrollo del pensamiento político por eso, la enseñanza de las ciencias sociales es clave para la educación política. No se puede restringir al acto de memorizar o incorporar información, porque ella implica sobre todo la capacidad de internalizar y manejar una lógica reflexiva que permita aproximarse al pasado para empezar a construir una mirada que organice significativamente los nexos entre el ayer y el presente, lo distante y lo próximo. En este sentido, la comprensión histórica es una herramienta que habilita la formación política.
Retomando nuevamente a Jorge Saíz (2015), el reto que tenemos es superar la enseñanza de las ciencias sociales y particularmente de la historia como una narrativa plana. “Aprender historia debe suponer aprender a representar y significar el pasado, a construir conocimientos históricos propios y utilizarlos para pensar y comprender la realidad social” (18). Desde esta perspectiva, aprender historia equivale a desarrollar un pensamiento histórico, un conocimiento que no es intuitivo, ni natural, sino que requiere un proceso formativo, gradual de instrucción, para conocer, comprender y saber utilizar los contenidos metodológicos sobre historia, es decir, competencias para significar cuestiones históricas y para entender el pasado como se hace desde la investigación en este campo del saber.
Muy a nuestro pesar, lo que develó la discusión por el sí o por el no en el plebiscito, fue una muy pobre por no decir inexistente formación de la cultura política y de una conciencia histórica básica, nos urge que todos los contextos de socialización y educación: la escuela, la familia, las organizaciones comunitarias y los medios de comunicación potencien la formación de individuos que construyan argumentos desde la lectura de múltiples fuentes de información; individuos que sean capaces de discutir y debatir con el otro, sin pasar al insulto y a la descalificación, individuos que entiendan la importancia de disentir y llegar a acuerdos y principalmente, individuos que entiendan que hay que extinguir la violencia de todas las formas de organización social.
Referencias
Kriger, Miriam. (2011). La enseñanza de la historia reciente como herramienta clave para la formación del pensamiento político. Avances de una investigación en curso sobre jóvenes estudiantes argentinos. Buenos Aires. Ponencia para el Congreso Interescuelas.
Sáiz, Jorge. (2015). Educación histórica y narrativa nacional. Tesis para optar por el título de doctor en didácticas específicas. Didáctica de las ciencias sociales. Universidad de Valencia- España
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.- 1381 lecturas