Jóvenes maestras

La docencia en Colombia puede ser desempeñada por cualquier persona a quien la autoridad académica designe para dar clases a un grupo de estudiantes. Pero ser maestro requiere mucho más que ese simple contrato, más que cumplir una intensidad horaria para recibir suma de dinero. Ser maestro requiere ser empático, asertivo, colaborador y, sobre todo, apasionarse por su oficio.

La docencia va más allá de ser una profesión. Es, ante todo, una vocación. Como dirían Michael Fullan y Andy Hargreaves: la docencia es apasionante, ética y exigente, y su complejidad solo la viven quien entrega su cuerpo y alma en el aula de clases.

Nosotras, las maestras en formación, tenemos la responsabilidad de salir a la sociedad y transformarla, cambiar las vidas de los niños de nuestro país. Para nosotras, formarnos como docentes es un reto muy grande, porque está en nuestras manos una sociedad de constante cambio en la era de la globalización.

Hoy en día, las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) son las más utilizadas y, ¿por qué no utilizarlas para enseñar y educar? ¡Claro que se puede! Los maestros debemos ser innovadores en todas nuestras clases, seamos jóvenes en todos los sentidos, tanto físico como espiritualmente.

Pero, tristemente, todavía tenemos maestros que siguen tan rutinarios, empleando técnicas de trabajo muchísimos años. Ya es hora de darle paso a la nueva generación de maestros que llegamos al aula con toda la energía, hacemos de este un lugar lleno de diversión, de conocimientos y de muchísima alegría con nuestras nuevas estrategias de enseñanza que hacen una clase más amena, para que aprender sea algo más que mecánico.

Los niños y jóvenes siempre nos enseñan algo nuevo de lo que aprenden del medio que les rodea. Nosotros tenemos que confiar plenamente en nuestros niños, ellos son capaces de llegar al éxito.

Si eres joven y decidiste ser maestro, haz elegido una de las más satisfactorias profesiones, es muy bueno aprender, pero es una increíble capacidad enseñar. No todo ser humano posee esta finalidad tan maravillosa, pues, después de todo, enseñar es ayudar a alguien a creer.

Un gran docente solo debe tener conocimiento, amor por enseñar y una gran motivación para transformar el mundo. El día que pierdas alguno de estos componentes, te pierdes a ti mismo, pues son parte de tu esencia.