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La pedagogía del mañana: un reto de la educación del ayer

Si no se educa para la felicidad, desde una perspectiva coherente con la realidad, la escuela solo estaría cumpliendo una tarea de mero formalismo académico frio y despiadado con los intereses reales de nuestros chicos.

Abril 5, 2017

* “Una reflexión a la educación que hoy impartimos en las clases. Un llamado de alerta sobre la responsabilidad de formar jóvenes, ciudadanos del mañana”.

Reconocer la sistematización pedagógica desde una perspectiva personal, me ha llevado reflexionar que todos los días el docente debe tener  siempre a la mano una caja de herramientas, que dé respuesta a las necesidades de los chicos, ya que realmente no sabemos con qué tipo de problemática nos vamos a encontrar en el aula de clase a la hora  de desarrollar una temática.

Los jóvenes tienen sus formas diferentes de ver el mundo y de ellos aprendemos a conocer las diferentes realidades que no invaden en el desarrollo de nuestras prácticas pedagógicas y son ellos los que verdaderamente nos orientan en el estilo y las herramientas que vamos a utilizar en la clase que estamos desarrollando en nuestras Instituciones.

Pero más allá de los contextos particulares de los estudiantes y de la escuela, lo que me preocupa es si la información que se trae a la clase, la enseñanza que impartimos, realmente está siendo significativa para las vidas de nuestros jóvenes, si logramos una transformación integral, y lo más importante si los estamos preparando para un futuro en el que puedan desempeñarse con éxito. 

Es entonces cuando surge mi primera pregunta: ¿Para qué estamos educando? Aparecen en mi mente  palabras como: PEI, estándares, planes de asignatura, entre otros a la que estamos acostumbrados cada año y que si bien son referencias que cada años nos hemos acostumbrados a actualizar pero solo desde las necesidad de lo estético y del mero formalismo y que muchas veces termina por embotellar al docente en una capsula del conductismo primitivo.

Y veo con preocupación si realmente estamos formando ciudadanos, primero para la felicidad y no para el consumismo. Porque considero que si no se educa para la felicidad, desde una perspectiva coherente con la realidad, la escuela solo estaría cumpliendo una tarea de mero formalismo académico frio y al mismo tiempo despiadado con los intereses reales de nuestros chicos.

Entonces he aquí cuando veo la necesidad de establecer un currículo que busque un equilibrio entre lo particular y lo general de la educación que hoy vivimos en nuestras escuelas, porque si no reconocemos la escuela como una aldea sumergida en un contexto global, solo estaríamos educando para que nuestros estudiantes solo sepan como recordar el ayer de la ingenuidad.

Sin embargo cuando escucho a escuelas, que contra todo pronóstico deciden liderar un proyecto real y pertinente para sus estudiantes, es allí cuando puedo ver que la problemática básicamente radica, en que hoy en día la educación que la mayoría de nuestra Instituciones están impartiendo solo obedece a expectativas meramente administrativas y a políticas de turno, desconociendo el poder que esta genera para un estado y para un mundo en crisis.

Solo espero que esta oportunidad que nos está ofreciendo el Ministerio de Educación permita hacer una transformación no solo desde las perspectivas profesionales de mis compañeros, sino desde las mismas dinámicas institucionales en la que la comunidad educativa, se encuentra sumergida.

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Maestrante en Educación de la Universidad de Cartagena
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Luis Fernando Burgos
Gran Maestro Premio Compartir 2001
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