Si no se educa para la felicidad, desde una perspectiva coherente con la realidad, la escuela solo estaría cumpliendo una tarea de mero formalismo académico frio y despiadado con los intereses reales de nuestros chicos.
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.