Apreciados compañeros y compañeras:
Como ciudadana y luego de transitar y desandar los caminos del magisterio (33 años), en calidad de maestra y de trabajadora social, deseo de corazón compartir con ustedes algunos de los múltiples interrogantes que me asaltan cotidianamente en relación con el poder y la capacidad de la “educación y la escuela” para hacer frente a la violencia y al conflicto, entendiendo estos como - el uso deliberado de la fuerza, medio para conseguir un fin, o como estrategia de dominación y sumisión -.